Hola, soy Lilí otoñal, aunque mejor sería decir invernal, ¿no te
parece?
Mi fábula, en esta ocasión, es de un señor que se llamaba Flavio
Aviano, y no sé más, del fabulista, claro.
Espero que te guste.
LA ALONDRA Y SUS HIJITOS
En cierta ocasión, vivía una alondra en un sembrado a ras de suelo
porque estas aves anidan siempre ahí, y en esas sus
hijitos oyeron comentar al campesino que llamaría a
los amigos para que le ayudasen a segar. Los polluelos
estaban muy asustados pero su madre les calmó diciendo
que los amigos no vendrían.
Al siguiente día el campesino comentó que llamaría a sus parientes
ya que los amigos no se habían presentado.
Volvieron entonces los hijitos de la alondra a avisar a su madre
y ésta de nuevo respondió, que tranquilos, que los parientes
no vendrían.
Y así fue, pero, más tarde los polluelos oyeron exclamar al campesino.
-Bueno, ya que nadie ha querido venir, mañana madrugaré para segar
yo mismo el campo.
¡Ah, cuando oyó esto la alondra!
-¡Vámonos, chiquitines míos, vámonos enseguida, que en esta ocasión
si que segarán el trigal!
Qué no hay mejor servidor que uno mismo si quiere hacer bien las
cosas, no lo olvidéis.
¿Qué tal?, bueno, ¿verdad?, pues ya lo sabes.
¡Hasta el mes que viene!
Lilí