Tai
es una gatita como yo, pero antes no se llamaba Tai,
tenía otro nombre, un nombre triste porque simbolizaba
la tristeza, ¿es raro, verdad?, bueno, raro o curioso
según se mire; se lo pusieron sus primeros amos y
desde muy pequeña estuvo atada a una larga correa
que le permitía libertad de movimientos pero que no
la dejaba salir del recinto, un garaje, en donde la
tenían metida. No creo que la confundiesen con un
perro guardián precisamente, pero así estaban las
cosas. Y fueron pasando los años uno detrás de otro
y Tai, solitaria en el garaje sólo veía un coche,
a su ama cuando le traía comida y agua y a toda la
familia si se iban de paseo con el coche, nada más,
tomaba el sol de refilón y es dudoso que departiera
con gatos visitantes. En esas circunstancias no es
raro que Tai se volviese un poco, algo, mucho, neurótica,
sin embargo, lo peor es que se estaba haciendo vieja,
y un gato viejo y neurótico no le hace gracia a nadie
y menos a semejantes dueños. Por lo tanto su suerte
quedó decidida.
Un
día sus amos fueron al veterinario y le dijeron que
la sacrificase porque se había convertido en un estorbo.
Por suerte, la veterinaria de turno opinó de manera
diferente y les rogó que esperasen unos días hasta
que ella le encontrase unos nuevos dueños.
Pero,
¿quién quiere a un gato viejo y neurótico, que, además,
está acostumbrado a la soledad y por ello es insociable?
Trascurrieron
los días y el futuro de Tai se pintaba muy negro;
la veterinaria había recibido un ultimátum cuando,
milagrosamente, alguien a quien yo conozco muy bien,
entró a comprar comida de gato en la tienda del centro
veterinario... Y digo milagrosamente porque la cuenta
atrás estaba ya muy avanzada, esta persona se enteró
de lo que pasaba y llamó in extremis a un buen
amigo suyo al que le gustan los felinos.
El
resto te lo puedes imaginar.
Ahora
Tai vive en una casa que tiene un precioso jardín,
va y viene por donde quiere y duerme en el sofá de
la salita. Quiere mucho a su amo y se ha vuelto bastante
celosilla por lo que no mira con muy buenos ojos a
los visitantes, sin embargo, por lo demás, alguna
travesura aparte, se porta bien.
¡Ah!, ¿y quieres saber que significa
el nombre de Tai?, porque tiene su leyenda.
Thây es el onceavo hexagrama del I Ching;
significa Paz y Prosperidad: hay felicidad y habrá
fortuna.
El
nuevo dueño de Tai decidió cambiarle el nombre, y para
ello buscó en este libro milenario un hexagrama, se
dijo: ella lo tiene que elegir, si le gusta ese será,
lo pronunció en voz alta y la gata giró rápidamente
la cabeza en dirección al sonido. Desde entonces se
llama así y esta es su pequeña historia, que como en
un cuento de hadas, ha tenido final feliz.
EL
COPYRIGHT DE LAS FOTOS DEL PRESENTE ARTÍCULO
PERTENECEN AL PROPIETARIO DE TAI
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