LEONES
Y GORILAS...
por Lilí (Escrito
para la Navidad 2005)
De
nuevo la Navidad y por estas fechas dos estrenos de cine que nos
hablan de animales, lo que me ha inspirado a mí, a vuestra amiguita
Lilí, para felicitaros las fiestas aprovechando el tema, ya que
es muy oportuno; en Las crónicas de Narnia un león es la
estrella, faltaría más tratándose del rey de la selva, y en King
Kong, ¿hace falta que os traduzca el título?, lo es un gorila, y
en ambos casos los dos nos dan una lección en la que nadie se va
a fijar como es natural, porque ver a un gorila gigante haciendo
el bestia deslumbra, y si un león habla juiciosamente, pues más
de lo mismo.
(¡Cuando yo hago miau nadie
se impresiona, caray!)
A lo que iba, la moraleja nos indica
que no debe sacarse a nadie de su selva, su entorno, su madriguera,
su cubil, su nido, porque sí, que no hay nada que lo justifique,
como no sea las ganas de hacer dinero de mucha gente, pero eso es
otra historia.
King Kong vive tan bien en
su selva particular y llega el ser humano, ¿humano?, primero le
rinde culto, los salvajes, y después, los civilizados, lo ataca
y lo secuestra para exhibirlo como un monigote de feria, y eso no
está bien, pero a nadie le importa, lo que sí importa es que, al
enfurecerse, lo destroce todo, y entonces es “malo”. ¡Me gustaría
a mí ver a sus captores pasando por lo mismo, seguro que opinarían
como él!
En cuanto al león Aslan, queda
muy bonito verle en su papel, los niños sonríen y los mayores se
enternecen, pero es un león de película. Hace poco en España se
ha descubierto un coto secreto de caza en donde se mataban a tiros
a leones, tigres y lobos, pobres animales vendidos por zoológicos
o circos, porque ya eran viejos y habían dejado de servir para entretener
a la gente. Se les mataba y luego sus cabezas servían de trofeo
sobre la chimenea de algún salón. Al parecer el único de los supervivientes,
o uno de ellos, ha sido un viejo león, que, despojado de su dignidad,
se arrinconaba en una jaula con una actitud de abatimiento y desesperanza
tales que encogían el ánimo. Esto no hace sonreír, indigna, y una,
por muy gata que sea, se pregunta, ¿hasta cuándo?
Seamos felices en Navidad y deseémonos
lo mejor los unos a los otros, pero no olvidemos a los animales
que también tuvieron su representación en el pesebre de Belén.
Ir
a índice artículos
|