UNA
VIDA DE PERROS
por
Gloria Corrons
Jan,
protagonista de esta historia, junto con su amiguita Nessy.
Suele decirse que
los perros son de los pocos animales que viven a expensas de los
hombres sin dar nada a cambio, por nada me refiero a productividad,
porque el amor, la compañía y la fidelidad que estos puedan ofrecer,
no tiene demasiado
importancia en una
sociedad competitiva como la que vivimos, en la que sólo el dinero
y el poder parece tener importancia y que precisamente esta tan
necesitada de la entrega sin reservas que un animal cualquiera puede
darle.
Así
pues a un perro se le compra por varios motivos muy concretos. Si
es de buena raza y bella estampa, el dueño se pasea con él, orgulloso
de que todo el mundo a su paso sepa que su estatus económico es
tal que puede permitirse el lujo de gastarse un dineral en su acompañante
de cuatro patas. También algunos pueden llegar a valorarlo, que
no a apreciarlo, si le somete a un entreno que le convierta en un
animal fiero y agresivo, capaz de defender los bienes de su bienhechor
y sabe mantener alejado de sus propiedades a presuntos ladrones.
Afortunadamente
esto no puede aplicarse a todo el mundo, pero sí a una gran mayoría
de personas, a las que parece que todo lo que no pueda valorarse
en metálico o en un servicio determinado sea cual fuese, no tiene
prácticamente importancia.
Con
una humanidad que mide las cosas bajo esa escala de valores, no
es de extrañar que el perro sea un ser poco apreciado por muchos
y hasta despreciado por unos cuantos. Cuando apetece se le compra,
cuando molesta se le pega y cuando estorba se le abandona. Si añadimos
a todo esto, que cuando un perro es abandonado o se pierde, se le
persigue encarnizadamente en lugar de protegérsele y cuando se le
captura se le envía a una muerte en un 90% irremediable, llegamos
a la conclusión de que no es nada envidiable nacer perro.
Algunas
personas bien intencionadas pero mal informadas, opinan que condenarlos
a muerte es necesario en estos casos, para el bien de ellos y de
los demás, pero matarlos no es protegerlos, especialmente si se
conoce como se realiza este acto supuestamente humanitario.
Yo
tampoco lo sabía hasta que perdí a mi perra hace un par de semanas...
Mi
perra es un animal cariñoso y sociable, pero tiene una vena aventurera
bastante acusada, lo que la hace ir a investigar que ocurre por
el mundo lejos del jardín de mi casa y pasearse como una vulgar
trotamundos sin dueño por las calles del pueblo. En una de estas
incursiones de las que siempre volvía fatigada pero feliz, no regreso.
La busque por todas partes, coloque carteles en las paredes y en
las tiendas, puse anuncios en los periódicos y naturalmente recorrí
las perreras de las cercanías. Poco a poco a medida que pasaban
los días sin encontrarla y mi angustia aumentaba, yo iba estableciendo
contactos con personas que amaban a los animales y se solidarizaban
conmigo y también iba descubriendo cosas insólitas. Así poco a poco
buscando a mi perrita desaparecida, hice un seguimiento de la suerte
que corre un vulgar y menospreciado perro callejero.
Asustado,
hambriento, exhausto, el animal abandonado a su suerte por los amos
que antes lo acogían en sus casas como a un miembro mas de la familia,
o quizás perdido y sin rumbo tratando desesperadamente de encontrar
el camino que lo conduzca de nuevo a su hogar, el perro si no es
antes atropellado por un coche, es recogido por un furgón del Ayuntamiento
donde encuentra también a otros perros perdidos como él y es conducido
a un lugar desconocido lleno a rebosar de mas congéneres suyos en
desgracia, que aúllan y ladran desesperadamente encerrados en jaulas
tan estrechas que apenas pueden moverse en ellas y que les miran
aterrorizados. Y desde el primer momento que llega a aquel lugar,
sabe que va a morir allí, lo que sucede en la mayoría de los casos.
¿Que
como lo sabe? Es muy fácil de comprender, de todos es conocida la
innata percepción del perro que sabe que su amo está llegando a
su casa antes de que llame a la puerta y su finísimo olfato, no
es pues de extrañar que perciba el olor de todos los perros sacrificados
allí antes. Aquel lugar huele a muerte. Pero antes de morir, el
perro capturado sigue todo un procedimiento legal muy curioso, que
voy a describir resumidamente. Primeramente instalan a los recién
llegados en unas jaulas estrechas y con poca luz, aunque eso sí,
limpias y sanitariamente impecables, unos frente a otros y allí
los retienen durante ocho días esperando que aparezca un hipotético
dueño a buscarlos.
Si
este no aparece, comienza el proceso de selección, en principio
se eliminan sin compasión a todos los perros viejos y enfermos,
también a los que muestran un carácter agresivo y porque según dicen,
podrían resultar un peligro para la comunidad. ( y yo me pregunto
a los que dictan semejantes sentencias, como se sentirían ellos
si los tuvieran encerrados ocho días en una jaula de aquel tamaño
y sin poder ver la luz del sol). Pero aunque todo el mundo reconoce
el acto de heroísmo de un perro que busca a su amo a través de varios
países, o se muere de inanición después de su muerte, es mas fácil
ignorar que los animales sienten cuando no es oportuno. Así pues,
con aparente desconocimiento del sufrimiento del animal, se le hace
presenciar la muerte de sus compañeros, que son matados uno después
del otro, y luego amontonados en los pasillos a ambos lados de las
jaulas, para ser finalmente metidos en grandes bolsas de plástico
camino hacia su ultimo destino, que puede ser servir de comida a
otros animales o de experimento en laboratorios. Pero, todo hay
que decirlo, la muerte es indolora, los sacrifican con una aséptica
inyección, así pues la muerte es digna de los países mas civilizados,
pero la agonía que tienen que presenciar entre aullidos de terror
es digna de los espectáculos celebrados en los circos romanos.
Y
si el lector sensible ha sido capaz de seguirme hasta aquí, continuemos
con el curso de mi historia.
Los
afortunados que han logrado el indulto, son pasados a una jaulas
privilegiadas (pues disponen de un metro o dos mas que las otras,
depende del tamaño del perro y hasta pueden gozar de la luz del
día)... allí pueden pasar encerrados unos cuantos meses, con lo
que me cuestiono si ellos son mas afortunados que los otros, ya
que su agonía se alarga indefinidamente y si después de algún tiempo
nadie se ha interesado por ellos, lo que ocurre a menudo dado el
desconocimiento que existe sobre la adopción de perros, (puesto
que la gente sigue comprándolos en las tiendas) siguen la suerte
de los demás.
También
puede suceder que el numero de los perros ingresados exceda en el
cupo y estos entonces, se sacrifiquen a gusto del veterinario, con
lo que son ellos los que deciden a quienes podemos adoptar y no
el que los adopta, que es quien en derecho tendría que elegir.
Existe
también la creencia de que las sociedades protectoras de animales
no los sacrifican y muchas personas llevan allí a los perros encontrados
que deambulan por nuestras carreteras y calles, pero si bien es
cierto que estas entidades tienen las mejores intenciones, no disponen
de los suficientes medios económicos para poder mantener a la cantidad
de animales que son llevados allí día tras día y al final optan
por trasladarlos a la perrera Municipal donde inevitablemente siguen
la suerte de todos, como ya he comentado anteriormente.
Aquel
día salí del Centro de Zoonosi de la Arrabassada, que es donde esta
situado el lugar del que hablo, acompañada de mi perrita, a la que
habían capturado en la ultima redada, feliz por haberla podido encontrar
y terriblemente triste por no haberme podido llevar a todos los
demás perros que allí había visto. No podré olvidar fácilmente sus
ojos mirando con esa tristeza profunda que da el haber perdido ya
toda esperanza, ni tampoco las ansias de cariño de los mas jóvenes
que trataban de salir desesperadamente de su encierro mendigando
una simple caricia.
Bien,
esta es una historia triste, pero me intención al escribirla no
ha sido hacer llorar al lector, sino intentar con la colaboración
de todos, hallar soluciones a este problema, que pone en tela de
juicio nuestras ansias de convertirnos en un país integrado a la
Europa comunitaria, donde es sabido el cuidado con el que tratan
a sus animales de compañía. Quizás nuestro deseo de sentirnos verdaderamente
europeos se limite demasiado a la forma y no al contenido.
En
mi opinión es necesario mentalizar urgentemente a la sociedad y
especialmente a los Ayuntamientos que la representan, de que la
que verdadera forma de ayudar a los animales desprotegidos, no es
matarlos, sino evitar que nazcan en exceso, para ello, debería organizarse
una campaña gratuita y voluntaria de esterilización. Habilitar un
vehículo que pasara periódicamente por los barrios de las grandes
ciudades y por los pueblos. Mas que un gasto seria una inversión
porque el numero de animales con todo el costo que representa de
capturarlos y matarlos se reduciría. Podrían ocuparse de la esterilización
los veterinarios de titulo reciente, con lo que así podrían ejercer
sus practicas y los demás veterinarios podrían, si aman a los animales,
prescindir de algunos beneficios para evitarles sufrimientos que
de hecho es la razón principal por la que han elegido esta profesión.
También podría promocionarse la adopción de animales de compañía,
especialmente gatos y perros pequeños en las hogares de ancianos,
los hospitales de niños disminuidos, y personas con problemas psicológicos,
pues de todos es sabido que los animales ayudan en la recuperación
de los enfermos y de las personas solas e inadaptadas... creo que
con buena voluntad por parte de todos ese problema que nos hace
sentir vergüenza de nosotros mismos, podría solucionarse; no podemos
olvidar que estos seres tan poco respetados, nos ofrecen las cualidades
que todos los humanos deberían poseer para considerarse como tales,
amor y lealtad, que son el signo de la verdadera inteligencia. No
considerarlos así, es prueba de que nosotros no lo somos.
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