EL 
                  DÍA DE SAN ANTONIO ABAD
                  por 
                  Estrella Cardona Gamio
                   
                Antiguamente 
                  existía la costumbre de hermanar una efemérides con el santo 
                  del día, por no decir ya que a los niños solía bautizárseles 
                  buscando en el santoral del día del nacimiento. Pues bien, el 
                  17 de enero del 2003, festividad de san Antonio Abad, hay que 
                  conmemorar doblemente la efemérides ya que se puso en vigor 
                  en España una ley de protección y defensa de los animales domésticos, 
                  con penas que llegan hasta la cárcel, multas aparte, para quienes 
                  las infrinjan, lo cual nos parece muy bien, lo que ya deja de 
                  parecérnoslo es que esta protección no se extienda a los otros 
                  animales no domésticos como puedan ser esas pobres bestias que 
                  son sacrificadas bárbaramente en las fiestas de algunos pueblos, 
                  en aras de una tradición tan fuera de lugar como primitiva, 
                  que evidencia bien a las claras su grado cultural y su absoluta 
                  falta de sensibilidad para con el sufrimiento de los animales.
                Un 
                  animal, no nos cansaremos de repetirlo, es un ser vivo, poseedor 
                  de un sistema nervioso que le hace receptivo al dolor, no es 
                  un una piedra, puede padecer si se le dan malos tratos, tiene 
                  sentimientos, recordémoslo.
                Por 
                  ello aplaudimos la nueva ley y hacemos votos para que se tengan 
                  en cuenta también los derechos de los animales no domésticos, 
                  como, por ejemplo, los utilizados en los laboratorios con fines 
                  experimentales, las corridas de toros en donde se sacrifica 
                  a un noble animal para lucimiento de eso que se denomina fiesta, 
                  y... En fin, la lista es muy grande, lamentablemente demasiado 
                  extensa.
                Somos 
                  conscientes, como ciudadanos de a pie, que la tarea es titánica, 
                  pero si ya se ha empezado a lograr algo a base de insistencia, 
                  siempre cabe la esperanza, que es lo último que se pierde, de 
                  que, un día, y Dios quiera que no lejano, esos otros abusos 
                  sean penados por la ley.
                Si 
                  pretendemos un mundo mejor hay que perseverar en todos los puntos 
                  débiles que nos ofrece la sociedad, y el de los animales no 
                  es el menos importante, porque da la casualidad de que cuantos 
                  habitamos la Tierra, somos inquilinos de un mismo planeta; nadie 
                  está puesto aquí de adorno, las plantas, los animales, mal llamados 
                  irracionales, y los racionales, es decir, nosotros, tenemos 
                  una misión que cumplir, ya que esto es una cadena, por más que 
                  muchos lo ignoren aún, pues todos dependemos de todos dado que 
                  no existe especie despreciable. 
                Recordemos 
                  también que hay algo muy importante: la educación de los niños, 
                  porque si no educamos bien a nuestros hijos, si no les sabemos 
                  inculcar el respeto hacia los animales, que no son ni un juguete 
                  ni un capricho, –y las plantas-, no habrá posibilidad de crear 
                  ese mundo mejor que todos deseamos pero que muy pocos se toman 
                  la molestia de convertir en una realidad; no hay que olvidar 
                  que las asociaciones pro defensa 
                  de los animales y plantas no pueden hacerlo todo ellas, aún 
                  intentándolo, por lo cual es necesario que el ciudadano de a 
                  pie colabore con su civismo y su mejor voluntad no abandonando 
                  a los animales ni haciéndose culpable por omisión al cerrar 
                  los ojos ante casos que merecen nuestro rechazo y denuncia.
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