LETRALIA Tierra de Letras
Entrevista a Jorge Gómez Jiménez, editor de Letralia
por Estrella Cardona Gamio

Jorge Gómez Jiménez es un joven editor venezolano nacido el 16 de mayo de 1971, y alma mater de la prestigiosa revista electrónica LETRALIA, una de las mejores que se pueden encontrar por Internet en lengua castellana y que el año que viene cumplirá sus primeros diez años de existencia.

Se podría contar mucho y muy bueno de LETRALIA, pero hemos preferido que sea el propio Jorge Gómez Jiménez quien lo haga en esta entrevista gentilmente concedida a C. CARDONA GAMIO EDICIONES.

ESTRELLA CARDONA GAMIO: ¿Cómo y cuándo nace LETRALIA?

JORGE GÓMEZ JIMÉNEZ: En 1995 tuve mi primer contacto con Internet y, por supuesto, mis búsquedas se orientaron al ámbito literario. Mi acceso a la red en aquella época me permitía hacer uso únicamente del correo electrónico, lo cual con cierta pericia técnica no constituía mayor obstáculo para hacer búsquedas en el Web pero, por supuesto, esperaba encontrar cientos de publicaciones que me fueran enviadas por correo electrónico. Después de algunos meses tratando de localizar revistas de literatura se me hizo obvio que éstas, aunque eran una práctica común en otros idiomas, eran inexistentes en español, ámbito cuyas publicaciones se encontraban disponibles sólo en el entorno gráfico del Web.

Así, a principios de 1996 empecé a acariciar la idea de crear una revista que tomara como modelo el carácter de publicación digital de Axxón, revista de ciencia ficción en español, así como el de otras que conocía en inglés. Una noche definí el título, con base en la idea de que la revista Jorge Gómez Jimenezrepresentara un territorio geográfico, algo así como un paraíso para escritores y lectores. La idea condujo al nombre: Letralandia sonaba infantil, Tierra de Letras era muy largo, sólo me quedaba una terminación que denotaba territorio, y esa terminación es, claro, alia.

Ya definido el nombre, estructuré el cuerpo de Letralia, Tierra de Letras. Diseñé el logotipo —la L enorme hecha de caracteres, y que aún encabeza la edición en formato de sólo texto— y escribí el mensaje promocional que estuvo latiendo en la red entre marzo y mayo de 1996. Ese mensaje me atrajo doce suscriptores, que recibieron la primera edición de Letralia el lunes 20 de mayo de 1996.

ECG:  Tu amor por la literatura viene de lejos según tengo entendido, ¿puedes remontarnos a sus orígenes?

JGJ: Me fue inculcado desde niño por mis padres, y supongo que habrá algo genético también. En mi familia hay poetas, pintores, músicos. No son siquiera mayoría en mi entorno familiar, pero fueron determinantes para mí. Mi padre, quien murió en un accidente vial en 1982, era periodista, pintor y poeta. Mi madre es maestra de lengua. Como ves, casi no tenía elección.

Mis padres tenían una enorme biblioteca en casa, así que alternaba mis juguetes con mis primeras lecturas. Mis libros favoritos eran dos diccionarios enciclopédicos, de volúmenes gigantescos, gracias a los cuales ya a los cuatro años sabía, por ejemplo, cómo eran los caracteres góticos o por qué se había extinguido el dodo. Además había —o hay, pues aún la conservo— una colección maravillosa de versiones resumidas de clásicos de Wilde, Verne y otros autores, que aparte del texto incluían páginas con la historia contada en formato de cómic.

En la escuela se hacían regularmente concursos literarios, la mayoría de ellos sobre biografías de los próceres venezolanos. Tenía seis años cuando, escribiendo sobre Bolívar para uno de estos concursos, mi padre se percató de que estaba simplemente copiando una biografía que había encontrado en la biblioteca, y me sugirió que leyera la biografía y luego la redactara con mis palabras. “¿Y queda bien?”, le pregunté. Me respondió que, aunque no quedase tan bien como la original, sería algo realmente escrito por mí, y tenía más valor que si presentaba una copia de lo que alguien más escribió. Ese ha sido el consejo literario más importante en mi vida, pues me enseñó el valor de crear la palabra.

ECG: Editas literatura en e-book, ¿piensas algún día hacerlo extensivo al papel?

JGJ: Provengo del medio impreso, donde me formé desde mis primeros años pues el negocio de mi padre era, justamente, un periódico con su propia imprenta. El problema con el formato impreso es la exagerada diferencia entre los costos y los resultados. Con el formato digital he hecho contacto con más lectores de lo que jamás soñé.

Letralia está planeada para ser sólo una publicación digital, pues mi objetivo ha sido siempre profundizar en las posibilidades de difusión que brindan los medios electrónicos. Actualmente no podría hacer una versión impresa de Letralia, pues cada edición equivale a unas 250 páginas de un libro de 18 x 25 cm, en Times New Roman a 10 puntos. Con Internet puedo publicar eso dos veces por mes, y más si tuviera el equipo humano para ello.

Sin embargo, el formato impreso disfruta de una portabilidad que no nos da el digital a menos que tengamos un equipo, justamente, portátil. Tiene, también, el prestigio de siglos de exitoso funcionamiento. No es algo a lo que debamos negarnos. Es por eso que preveo en el futuro emplear la plataforma de Letralia para un proyecto, aún en diseño, de publicaciones impresas.

ECG: ¡Estupendo!, pero ahora vuelvo a insistir más sobre el tema e-books; los editas y has realizado unos excelentes monográficos, Neruda, el Quijote, ¿crees qué finalmente se impondrá este sistema de publicación on line, por un lado tan cómodo para cuantos amamos la lectura y por otro tan denostado por los “especialistas”?, y, ¿vas a continuar en la línea de esos magníficos monográficos de aniversario?

JGJ: Pienso que, a la larga, leeremos en un artefacto híbrido entre la actual computadora y el libro tradicional. Ambas tecnologías presentan problemas para nuestras necesidades actuales de consumo informativo: el libro nos obliga a una lectura secuencial en la que localizar un dato se convierte en una tarea ardua; la computadora es demasiado aparatosa para leer en ella (o demasiado costosa para la mayoría, también). Eventualmente la tecnología producirá una solución para ambos problemas.

Ahora bien, hablemos de nuestro momento. El libro digital tiene dos tipos de detractores. Por un lado están quienes le temen a la desaparición de la tradición, implícita en la progresiva sustitución del soporte impreso por el informático; son “detractores románticos” y seguramente no han tenido ocasión de comprobar la enorme diferencia que existe entre buscar un dato en un libro impreso y buscarlo en un libro digital. Por otro lado está el mercado editorial, para el cual el libro digital no representa aún un nicho comercial, ya que todos los formatos existentes tienen el problema de que pueden ser reproducidos con mayor o menor facilidad. Estos “detractores prácticos” son los que sufren más, pues se dan cuenta de que la digitalización de la cultura avanza más rápido que la elaboración de un sistema que les garantice las ganancias que obtienen actualmente del libro impreso. De cualquier manera, el libro digital es un evento in progress con ventajas comprobadas y un futuro firme. Lo que podría variar en ese futuro son cuestiones de forma.

La experiencia de los libros monográficos de Letralia ha sido harto interesante. Cuando decidimos publicar un monográfico, enviamos una convocatoria a todos los autores que han aparecido alguna vez en la revista y luego hicimos la selección de entre los textos que recibimos. Al principio lanzábamos convocatorias abiertas, pero en esos casos era desmesurado el volumen de textos fuera de nuestras expectativas, bien sea por razones de calidad o porque no se ajustaban al tema del monográfico; ahora, con convocatorias restringidas a nuestra base de autores, es menor el tiempo que se ocupa en la evaluación, disponiendo de más tiempo para la edición, y el material que se recibe es más sustancioso. Por ejemplo, para el libro del Quijote fueron admitidos todos los textos que recibimos. Por supuesto, seguiremos publicando libros de este tipo junto con los libros individuales que continuamente estamos preparando.

EGC: Has hablado antes de insuficiencia respecto a equipo humano que te ayude en tus tareas editoriales, no quiero decir colaboradores, ya que de esos tienes muchos afortunadamente y muy buenos además como se lee en sus escritos, ¿significa eso que todo el trabajo de lectura, maquetación, etc., lo realizas tu solo?

JGJ: Letralia cuenta con un consejo editorial, que realmente se llama así a falta de un mejor nombre, que lee los materiales y toma las decisiones. Iaír Menachem, Ángel Montesino, Miguel Rodríguez Vergara, Héctor Torres y yo somos los componentes “titulares” de este consejo, aunque en la práctica suelo delegar lecturas y decisiones en otras personas. Del sostén del servidor se encarga Daniel Ginerman y, ocasionalmente, hay quienes ayudan en otras tareas. Lo que me corresponde directamente es el diseño, la redacción del material informativo y de las reseñas editoriales, la gestión del material en el servidor, la administración de las listas de correo y, claro, las relaciones públicas.

ECG: En estos años de existencia LETRALIA se ha hecho un hueco muy prestigioso entre las revistas electrónicas de literatura, y, según tengo entendido ha recibido el reconocimiento a sus méritos, ¿puedes hablarnos de ello?

JGJ: Hubo una época en que los “premios electrónicos” eran muy comunes en Internet. Se creaban sin dote material y sin soporte físico: simplemente te enviaban un mensaje de correo electrónico indicándote que te habías ganado el derecho a poner en tu sitio un gráfico que te acreditaba como ganador del premio. Algunos de estos premios llegaron a tener bastante prestigio, como el Key Site Award de la casa estadounidense Fortress Design o los premios de la organización poética argentina La Blinda Rosada, ambos obtenidos por nosotros en 1999. Respecto a reconocimientos de otro tipo, el primero que recibimos fue en 1997, cuando Letralia cumplió su primer año, y el Taller Senderos Literarios, de la vecina ciudad de La Victoria, nos dio un diploma conmemorativo; el más reciente fue el segundo lugar que obtuvimos en el segmento venezolano de los premios Lo Mejor de Punto Com, en 2004.

Ahora bien, el reconocimiento, el acto en el que se reconoce el valor de un trabajo como este, es un proceso constante y se evidencia en el poder de convocatoria de Letralia, en la presencia que tenemos como referencia en el medio, y que hace que escritores situados en los lugares más insospechados del mundo nos escriban ofreciéndonos sus textos.

ECG: Y ahora, variando de tercio, ¿cuáles son los autores que más te han marcado?

JGJ: Asumo por marcas esos autores que cambian radicalmente tu manera de asimilar la literatura —tanto para la creación como para el disfrute— y, en ese sentido, cargo marcas que me han quedado, en orden cronológico, de Gabriel García Márquez, Franz Kafka, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Sé que hay escritores que leen algunos de estos nombres como quien lee de un mal viral, pero estas son mis marcas y no puedo negarlas.

Como te dije antes, de niño leía mucha literatura fragmentaria, textos de enciclopedias, versiones resumidas; creo que la primera novela que leí completa fue Cien años de soledad y eso fue determinante en mi formación como lector. Más adelante llegaron las lecturas de Kafka y me maravilló su oscuridad, así como la capacidad para crear una realidad alterna a partir de elementos del absurdo. Borges afianzó mi amor por la lectura: ya era entonces un lector voraz, pero me limitaba a autores quizás demasiado renombrados, y para mí fueron un descubrimiento, y un aliciente, las constantes referencias que él hace a autores de los que nunca había oído hablar. Cortázar, por su parte, y también en esto incluyo a Borges, me ayudó a matizar esa “realidad absurda”, por llamarla de alguna manera, que había aprendido con Kafka.

Llegué a estas lecturas antes de mis veinte años, y de todo lo que he leído después no recuerdo marcas sobresalientes, salvo por el caso de Roberto Bolaño, a quien leo desde hace relativamente poco tiempo, y cuya obra por sí sola vale por unos cuantos talleres de narrativa. No se equivoca quien dice que Roberto Bolaño hizo una literatura para escritores.

ECG: Personalmente ¿qué te gusta más para escribir, el relato o la novela?

JGJ: Me muevo con más gusto en el relato, pues la brevedad me ha servido para poner en práctica diversos experimentos formales que quizás se me volverían repetitivos y cansarían al lector si, sólo por cumplir, me sentara a escribir novelas. Como lector agradezco que un autor me diga exactamente lo que tiene que decirme y ya; detesto los rodeos, el relleno. Pienso que se escribe mucha novela innecesaria, como si los autores huyeran del relato.

Entiendo que en muchos casos esto tiene que ver con un asunto de mercado; las editoriales y las agencias literarias son implacables, te dicen que el relato no vende, y eso —entre otras cosas— termina por crear en muchos escritores una especie de complejo: el de quien está a punto de cumplir los treinta años y aún no ha escrito novela.

Pero otra de las razones de esa novela innecesaria es la falta de visión, oficio y lectura para determinar con certeza si una historia se convertirá en un relato o en una novela; ocasionalmente el autor se decide por la novela y pasa meses o años inventando subtramas, “engordando” la novela con palabrería que se vuelve ininteligible o aburrida.

ECG: Estoy de acuerdo contigo. Siendo escritor, aparte de vía Internet, ¿has publicado en papel?

JGJ: He publicado mucho en periódicos regionales, nacionales e internacionales, ya en mi adolescencia había medios regionales que me publicaban, esencialmente, artículos de opinión. Como libros independientes, el primero lo publiqué a los 14 años: un ensayo sobre la educación venezolana que escribí de un tirón durante unas vacaciones, y en el que planteaba la necesidad de que el sistema educativo se enfocara en la formación vocacional. Luego, en 1993, el Taller de Letras Senderos Literarios, que ya he mencionado, publicó mi libro de cuentos Dios y otros mitos; más recientemente, en 1999, la editorial tinerfeña Baile del Sol publicó mi novela Los títeres. Aparte de eso, han aparecido textos míos en varias antologías.

ECG: Bueno, creo que más no se puede decir, por el momento, respecto a tu actividad en el mundo de las letras sean impresas, o por el medio virtual a través de LETRALIA, sólo desear que todas tus expectativas se vean cumplidamente realizadas. Muchas gracias, Jorge.

 

 


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