Arthur Conan Doyle

Arthur Ignatius Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes -a veces hay quien duda de que este último no sea real-, vio la primera luz el 22 de mayo de 1859, en Edimburgo en la Plaza Picardy, sus progenitores –que por cierto casaron él con 22 años y ella con 16-, Charles Altmont Doyle, era un funcionario estatal, aunque para aumentar los ingresos familiares trabajaba de ilustrador y como dibujante en los procesos, y su madre se llamaba Mary Foley Doyle siendo una mujer de carácter a quien le gustaba la literatura, por lo cual su influencia fue grande en el futuro escritor.

Nacido en el seno una familia católica, culta e intelectual, no tiene nada de extraño que el pequeño Conan Doyle aprendiera a edad muy temprana el francés para poder leer a Verne en su propio idioma.

Estudió en la Universidad de su ciudad natal, habiéndolo hecho antes en Stonyhurst.

Sólo la salud del padre ensombreció su infancia y adolescencia; Charles, que comenzó a beber recién llegado a Edimburgo, acabó sufriendo de epilepsia teniendo que ser internado por esta causa.

Mermándose los ingresos familiares debido a la enfermedad paterna, su esposa tuvo que poner una pensión para poder vivir y allí conoció Arthur a Bryan Charles Waller, un estudiante de patología que influyó hondamente en el futuro escritor; por otra parte, a lo largo de su vida como novelista, muchos serían sus conocidos, amigos y profesores, que le servirían de patrón al crear a sus personajes, por ejemplo su profesor universitario Joseph Bell, famoso por sus cualidades deductivas, le inspiró el de Sherlock Holmes, y otro profesor de la misma universidad de Edimburgo, William Rutherford, al profesor Challenger de El mundo perdido.

El futuro escritor estudió primero medicina como profesión, graduándose en 1885, cuyas prácticas realizaría en la marina mercante y más tarde abre consulta en Southsea, en la que ejercerá durante nueve años en calidad de médico.

(Como anécdota curiosa citaremos que, por aquellas fechas más o menos, colocó el nombre de Conan entre Arthur y su apellido).

Un año antes de recibir el título se casó con Louise Hawkins quien le hiciera padre de dos hijos, falleciendo en sus brazos de tuberculosis el 4 de julio de 1906, después de sufrir larga enfermedad.

La leyenda asegura que Arthur no ganaba lo suficiente en su consulta y que desesperado decidió ponerse a escribir -lo cual nunca ha sido trabajo muy rentable en ninguna época-, y que Sherlock Holmes le solucionó la vida al triunfar sus aventuras con éxito inmediato, pero la leyenda sólo es eso, en realidad Conan Doyle, que publicó Estudio en escarlata en 1887, tuvo que esperar dos largos años a que su personaje, a través de otras obras, empezase a alcanzar notoriedad. Entonces sí que comienza su triunfo como novelista hasta el punto de que en 1891 se entrega de lleno al oficio de escritor con el éxito y reconocimiento de todos sabido.

En lo personal, a los catorce meses de la muerte de Louise, casó otra vez el 18 de septiembre de 1907, ahora con Jean Leckie, quien le diera tres hijos más.

Entre 1899-1902, reemprende la carrera médica al ir a prestar sus servicios en la guerra contra los Boérs en Sudáfrica de la que saldría su libro La gran guerra bóer, en la que defendió la postura inglesa ante el conflicto, lo que le valdría el título de sir.

Al llegar la guerra del 14, o la Gran Guerra, como se la denominó, uno de sus hijos mayores, Kingsley, muere a consecuencia de las heridas recibidas en combate, y ello será causa de que la existencia de Conan Doyle sufra un giro de 190 grados, ya que el autor de Sherlock Holmes, el detective frío, meticuloso, detallista y muy racional, se convierte al espiritismo, siendo muy famosa su intervención en el Strand Magazine, a propósito del affaire de las hadas fotografiadas por dos niñas, fotografías que luego resultaron ser falsas, con el consiguiente descrédito –pasajero-, de tan brillante novelista, quien siempre creyó de buena fe en su autenticidad –aunque en un principio tuviera sus dudas, todo hay que reconocerlo-, hasta el punto que su convicción le llevó a escribir, en 1922, El regreso de las hadas.Referente a los temas espirituales, publicó en 1926 una Historia del espiritismo.

Su interés por la fenomenología paranormal, le hizo abrir en Londres, el año 1925 una librería psíquica, y en 1930, describió sus propias experiencias personales dentro de ese terreno en el libro El borde de lo  desconocido.

Arthur Conan Doyle falleció de un ataque al corazón el 7 de julio del año 1930 en Croswborough, Sussex.

No obstante, fiel a sus creencias hasta el último minuto, sus postreras palabras fueron que partía: hacia la gran y más gloriosa aventura de todas.

Agregándole en un susurro a Jean: Eres maravillosa.

 

 

© 2004 Estrella Cardona Gamio

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