EL
BOSQUE DE BROCELIANDE
por Estrella Cardona Gamio
El bosque
de Broceliande posee muchas resonancias artúricas ya que se halla íntimamente
ligado al mago Merlín y, por extensión, a todo ese mundo fantástico de
las hadas relacionadas con el universo del rey Arturo.
Desde la madre de Merlín, para
unos un hada, para otros una princesa, y para algunos mezcla de las dos
cosas, siguiendo por la hermana del mago, el hada Ganeida, nos encontraremos
con Morgana le Fay y mucho más tarde con Nimue-Vivian, la seductora criatura
que hechizó al mago Merlín o Myrddin Wylt.
Reteniendo este nombre, diremos, para empezar, que tan fabuloso
personaje, fue prefigura mitológica de un Merlín a quien transmitió su
fama despojada de cualquier connotación divina de dios pagano.
Merlín era hijo de una princesa de Dyved, vuelvo a repetir que
para muchos un hada o mezcla de ambas, en todo caso, la madre de Merlín,
según afirman antiquísimas leyendas, pudo ser también una sacerdotisa
druida, y esta joven, con tres denominaciones de origen bien distintas,
quedándose dormida cierta mañana de estío en la floresta, fue objeto del
amor de un genio de los conocidos bajo el nombre de "duz", que
moraba en el bosque del valle de Basalik, en la costa meridional de Cambria,
y posteriormente dio a luz al pequeño Merlín.
El nacimiento de Merlín coincide con el momento en el cual el cristianismo
empieza a penetrar en las islas británicas y al obispo san Gildas debemos
en parte, la primera “cristianización” del mago pagano, hijo de un espíritu
de la naturaleza, y de una madre de filiación inconcreta, pero no cristiana
por más que se diga, ya que se afirma que al niño, a fuerza de agua bendita,
se le despojó teóricamente de su calidad de hijo de un encuentro maravilloso
que lo convertía en sospechoso bastardo -siempre según la versión de san
Gildas-, cuando la realidad nos habla de que los druidas fueron sus maestros
y él mismo lo fue también, druida y maestro, pues Merlín significa el
Maestro.
Si nos quedamos con la versión de que la madre de Merlín el Encantador
era un hada, tenemos aun que hilar más fino, lo que nos lleva a la conclusión
de que hada y sacerdotisa druida pueden ser una misma cosa.
Mas el cristianismo triunfante –aquí nos remitimos a lo que dejaron
escrito los monjes cistercienses de Bernardo de Claraval-, avanzaba imparable
y así muchas hadas se vieron despojadas de sus buenas cualidades e intenciones
y se convirtieron, o fueron convertidas, en brujas; un hada mala, ¿puede
haberlas?, es una bruja, así Nimue o Vivian, el hada que enamoró a Merlín
en su ancianidad, pasó a la leyenda como un espíritu maligno que tentó
e hizo caer al mago... Pero sobre esta historia hay mucho que decir.
Todo sucedió en el bosque de Broceliande en donde fue a refugiarse
Merlín, luego de la batalla en que murió el rey Arturo su pupilo y protegido,
y lo hizo porque, según afirmó, era preferible convivir con las bestias
silvestres a con los humanos, lo cual no es ninguna tontería.
Nimue era hija, por su parte, de un guardián de los bosques de
nombre Dionais, devoto de la diosa Diana -¡curiosa mezcolanza de dioses,
de religiones e incluso de nombres!-, a quien la diosa honró con la profecía
de que su hija Nimue-Vivian aprendería de un hombre muy sabio el arte
del antiguo saber, ya que ella sería irresistible para él y nada le podría
negar éste.
Al recluirse Merlín en el bosque de Broceliande, allí fue a encontrarle
Nimue, tan bella, joven y seductora, que el anciano mago, dedicado toda
su existencia a la sabiduría, revivió -en pos de unos años mozos que ni
tan siquiera sus poderosos conocimientos mágicos le podían devolver-,
convirtiéndose en el maestro de aquella a la cual la leyenda ha otorgado
el título de hada.
Sigue relatando la leyenda, en una de sus versiones, que Nimue
fue instruida en el antiguo saber por el enamorado Merlín, y que cuando
la hermosa ya no pudo aprender más porque todo le había sido enseñado,
obró con la mayor de las ingratitudes al aprisionarle en una gruta subterránea
cuya entrada cubría una enorme roca mágica, cuyos poderes eran tan grandes
que el mago no podía combatirlos, y entonces ella le abandonó a su suerte
hasta que un día muy lejano en el futuro, Merlín pudiera salir de allí.
Mientras tanto, la llamada tumba de Merlín o Roca de Merlín, se
convirtió en punto de reunión de los Caballeros de la Tabla Redonda, que
sobre ella se congregaban cada vez que partían en busca de gestas a realizar.
Otra versión diferente de la desaparición de Merlín, transforma
a Nimue en la hermana del mago, Ganeida, hechicera como él –es decir,
hada-, con quien se retira éste al bosque de Broceliande, a un torreón
encantado, en donde vivirán juntos contemplando los astros y meditando.
Existe una tercera versión de la historia que nos ocupa, consistente
en que Nimue, alumna aventajada, no encerró nunca a Merlín, custodiando
el secreto de su desaparición y residencia en el bosque de Broceliande
–al cual, y no debe ser casualidad, fueron a refugiarse los últimos druidas-,
en donde mana incesante el agua de la fuente Baranton, agua que concede
la juventud eterna; manantial del que cabe preguntarse si bebería Merlín
durante tan larga estancia.
La relación de Merlín con Arturo no es lo casual que a primera
vista pudiera parecer, y seguimos sin apartarnos del bosque de Broceliande,
de sus misterios y de las hadas en general.
Se afirma que Arturo de Britania era hijo de Uther Pendragon, el
segundo esposo de su madre Igraín, duquesa de Cornwall, que Merlín, con
sus hechicerías tuvo mucho que ver con el nacimiento del rey, pero lo
que no se ha difundido demasiado, es que Igraín provenía de la Atlántida
de donde huyó antes del cataclismo... en compañía de Merlín, y por una
extraña regla de tres, se asegura sotto voce que Igraín era un
hada, lo que viene a abundar en la confusa leyenda de nuevo cuño, que
sostiene que las hadas y los magos, son los supervivientes de ese mítico
continente.
Entonces, Arturo, pertenece sin duda alguna al linaje de las hadas
como hadas asimismo son sus hermanastras Morgana le Fay y Morcadés, ambas
hijas de Igraín y Gorlois de Cornwall, su primer marido.
Comentábamos al principio de este artículo que el bosque de Broceliande
se halla íntimamente ligado al mundo de las hadas relacionadas con el
rey Arturo, en el presente caso a través del mago Merlín quien parece
ser su hilo conductor -Ingraín, Morgana, Morcadés, Nimue, y muchas más
disfrazadas como simples damas de corte o inconcretas damas del lago,
lo que las hermana con las ondinas-, y quien cita a Merlín, Arturo o Morgana
tiene que hablar de Avalon y también de todas esas islas mágicas dispersas
entre la Bretaña francesa e Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, o Erin,
que debe su denominación al hada del mismo nombre gracias a cuya intervención
los hijos de Mil vencieron a los Tuatha de Danann; islas sobrenaturales
que aparecen y desaparecen bajo las aguas y entre las cuales, de una a
otra, se desenvuelve buena parte de la mitología celta en sus múltiples
acepciones de nombres, nacionalidades e idiomas.
En esta desconcertante mitología, el tiempo se salta a menudo su
propia cronología y los héroes de épocas pasados se presentan como imposibles
coetáneos de otros -ejemplo el mítico irlandés Kulhwch autotitulado primo
de Arturo a quien éste tiene que ayudar a petición suya en una singular
aventura-, también, y es característico, se repite muchas veces el fenómeno
de las transformaciones, hasta el punto de crear bastante confusión; una
persona puede estar simultáneamente en varios sitios a la vez, realizando
acciones diferentes, y con nacionalidades distintas, los viejos son jóvenes,
los jóvenes son viejos, los hijos pueden ser padres de sus padres, los
abuelos hijos de sus nietos, una mujer no envejecer nunca y ser hija,
madre y esposa durante varias generaciones del mítico mundo, las doncellas
ser madres y las madres ser doncellas, una hechicera malvada ser un hada
buena, o viceversa, pero al mismo tiempo, y una misma mujer desdoblarse
en varias completamente diferentes no perdiendo por ello su propia individualidad.
Así Morgana es perversa y bondadosa sin transición, y desdoblada en trío,
pasa a ser una de las tres reinas, que luego de la batalla de Camlan transportan
a Arturo mal herido -¿entonces Arturo no murió en ninguna contienda?-
hasta Avalon para sanarle en espera de tiempos mejores que aguardan su
momento dormidos en el futuro, pero añadiremos, para curarle personalmente
Morgana le Fay, olvidadas pasadas, y espeluznantes, rencillas familiares
conducentes al exterminio de su “querido” hermanastro y de cuanto él representaba.
(Los antecedentes feéricos de Morgana, al igual que su hermana
Morcadés -por más que esta última poco ejerciera de hechicera-, se remiten
al panteón céltico, concretamente emparentados con las hadas Riannon,
Morrigan y Medbe -entidades femeninas decididas y belicosas verdaderos
caudillos guerreros al par que políticos-, aunque la leyenda asegura que
se educó en un convento en donde aprendió artes mágicas, lo que no deja
de ser un contrasentido, pero de lo que no hay duda es que se la denomina
le Fay, lo cual significa hada.)
Y es a esta Morgana también rebautizada Dama de Avalon, o princesa,
a quien encontramos convertida en hija del monarca Avalac, a su vez rey
de tan fantástico lugar, cuando todos la suponíamos hermanastra de Arturo,
por su común madre Igraín, esposa del duque de Cornwall.
Tampoco Nimue escapa a tales inconcebibles mutaciones y se nos
llega a hablar de ella como madre de hijos, anterior a Merlín, cuando
siempre se la presenta como doncella renuente.
¡El rompecabezas está servido!
Este Avalon, de localización tan imprecisa que no se sabe, a ciencia
cierta, si se halla en tierra firme o se trata de una isla, es el punto
medio que separa el mundo real del de las hadas –o quizás no separe nada
sino que lo una indisolublemente-, último hogar de un soberano, Arturo,
cuyos orígenes sean tal vez aún más míticos, por no decir increíbles,
de lo que nos pensamos, hijo de un hada, si hemos de creer que Igraín
lo era también, y a quien asesoraba un anciano, sabio, y enigmático mago
llamado Merlín.
¿Tal vez el hechicero y el rey fueron parientes al tener un origen
común: la Atlántida?
Acerca de lo que sí no hay duda alguna es de que el bosque de Broceliande
existió, y todavía existe, aunque bajo otro nombre: el de bosque de Paimpont,
cercano a Rennes...
Lo cual nos sume nuevamente en el laberinto de profundas cavilaciones,
¿no os parece?
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